
Esta es la segunda crónica del viaje de Pasaporte al Sur, allí tenemos nuevas historias para compartir que esperamos sean del agrado de todos ustedes.
En esta imagen vemos a Juan Carlos y Luna, recorriendo el Parque Paracas en Perú.
Adicionalmente tenemos algunas de las imágenes que nos han compartido para que se hagan una idea de lo que se han encontrado a lo largo del viaje. Recuerden que pueden seguirlos en las redes sociales como @PasaporteAlSur
Contrastes (04-02-2017)
Pasar de Ecuador a Perú supone un cambio drástico e inesperado para quien nunca lo haya hecho, es dejar atrás el verde, la frondosidad de la selva tropical, la riqueza infinita de vida que florece por doquier y entrar a un mundo muy diferente, normalmente escuchamos aquello de que las fronteras son invisibles, pero en este caso la frontera de estas dos naciones, al menos en la costa, se percibe como un fuerte contraste entre el verde de la vida y el café de la aridez.
También es notorio el cambio en las vías, Ecuador tiene muchas autopistas en excelente estado y en Perú, al igual que en Colombia es otro nivel, aunque eso en la Himalayan realmente poco preocupa, nuestro ritmo va mejor con vías más sencillas y si es por la calidad del asfalto, poco afecta ante las buenas suspensiones que tienen nuestras Royal, uno de sus puntos a destacar y factor que aporta mucho a las buenas sensaciones que las motos nos transmiten en todo momento.
Los intercomunicadores de San han sido una gran ayuda a la hora de rodar, para poder estar siempre en contacto de moto a moto.
La diferencia también se percibe al parar a cargar combustible, en Ecuador se paga a muy buen precio el galón, la mitad o menos que en nuestra patria y en Perú se pone más costoso aún, ahí es cuando uno empieza a agradecer la economía de su montura y las nuestras se mantienen poco “glotonas” de este valioso líquido, rodando casi siempre 100 o un poco más kilómetros con cada galón y con ello el tanque nos alcanza sin problemas para cubrir 300km teniendo aún la reserva.
En Perú el manejo es más agresivo, los ecuatorianos son calmados al volante y uno siente el respeto hacia las motos en la mayoría de ellos, pero en la tierra de los incas la cosa es más delicada, los mototaxis, triciclos motorizados como los que vemos en muchas regiones de nuestro país, son conducidos de manera errática por sus “pilotos” y cualquier cosa se puede esperar de ellos, giros en U sin ningún aviso, salidas de la vía donde uno menos imagina, cruces temerarios de carriles, etc. Todo esto estresa un poco y exige mantenerse a la defensiva, conservar distancias, pitar, en fin, hacernos ver a como dé lugar y sin embargo los sustos no faltan.
El desierto peruano trae grandes recompensas, es un paisaje duro y difícil de asimilar para nosotros que vivimos en medio del verde y la abundancia, pero su belleza puede llegar a ser casi hipnotizante, ver la arena y las rocas fundirse con playas solitarias crea imágenes que son como espejismos para el viajero que se anima a recorrer su costa. Nosotros vamos sin prisas y eso permite detenerse y contemplar esos paisajes, capturar buenas fotos, sentir el viento, el aroma del océano, escuchar las olas romper con fuerza, en fin, empaparse de cada lugar como un verdadero viaje lo exige.
Irbis y Eli disfrutan de la hermosa vista en la Playa los Órganos.
Perú nos trajo los primeros encuentros con el viento, ese que hace que el manejo en la moto se torne a veces un poco difícil o pesado, pero que al mismo tiempo nos da frescura y nos saca de la monotonía en que se convierte el desierto en algunos tramos, donde las rectas se funden en un horizonte de arena y cielo hasta donde la vista nos alcanza. A ratos la ruta se torna difícil para la mente, pero en esos momentos uno agradece tener la posibilidad de conversar un poco mientras las ruedas devoran kilómetros incansablemente, para ello es indiscutible la utilidad de los intercomunicadores Sena SH10 que nos acompañan en nuestros cascos, los cuales nos dan una comunicación muy fácil, con excelente calidad de sonido, alcance de hasta una milla en terreno despejado y con una batería recargable que hemos puesto a prueba sumando hasta 15 horas de uso en dos etapas, lo cual asegura que en el día siempre vamos a contar con esta excelente ayuda, que además es muy útil para nuestra seguridad ya que nos permite advertirnos sobre peligros, ayudarnos en los adelantamientos o incluso nos sirvieron para disuadir un par de veces a unos policías corruptos que querían abusar de nuestra condición de viajeros para tratar de sacarnos dinero, inventando supuestas infracciones que no habíamos cometido. Nos pasó en Ecuador y luego en Perú cuando una patrulla nos alcanzó con sus sirenas haciendo señas de que nos detuviéramos, lo cual hicimos de inmediato. Esta vez la infracción era que habíamos pasado debajo de un puente sin mermar la velocidad y eso era obligatorio, nosotros rodábamos a 80km/h en una autopista de 90 y ellos insistían en que veníamos muy rápido. La situación se tornó graciosa porque el carro de ellos comenzó a botar vapor por la tapa del motor y en eso el policía que nos estaba hablando dice: “ven que hasta el carro se nos recalentó por que casi no podemos alcanzarlos” y en ese momento tuvimos que hacer un máximo esfuerzo para contener la risa, ahí Eli llevó su mano al intercomunicador para bajar el volumen y el oficial cambió su cara y preguntó si lo estábamos grabando, ante lo cual le dijimos que no y le explicamos que solo eran unos dispositivos para hablar, pero esto lo hizo reflexionar sobre su dudosa conducta y poco después nos regresó los documentos y nos dejó ir.
Pronto les contaremos cómo van nuestras motos, muchos nos han pedido que les contemos sobre Luna e Irbis y en la próxima les daremos detalles de nuestras compañeras.
Fuente: http://www.demotos.com.co/actualidad/pasaporte-contrastes/