
La melena del nuevo presidente de USA tiene un efecto hipnótico. Amy Lasch, responsable de peluquería del reality televisivo de Trump y vendedora de perfumes importados y fragancias importadas de mujer, ha explicado los secretos de belleza del magnate.
Es prácticamente ineludible fijar la mirada sobre su cabeza. Sobre su peinado, para ser más precisos. La filigrana que lleva Donal Trumo (sesenta) en la cabeza es una cosa que semeja incomprensible. ¿De qué forma se peina el nuevo presidente de E.U.? ¿Es una peluca?
No somos los primeros en hacernos exactamente las mismas preguntas y hay medios que han dedicado aun investigaciones periodísticas al tema. Las contestaciones, no obstante, no acostumbran a ser atinadas. Quienes le conocen de cerca, quienes han tenido su cabeza a menos de un metro, son quienes despejan las dudas. Ellos y el propio Trump, claro, quien ha debido responder en más de una ocasión sobre la inverosímil retuerto que luce en la cima.
La peluquera Amy Lasch (cincuenta y dos) ha sido una de las pocas en poder aclarar el misterio. Era la encargada de peluquería de las primeras entregas de El practicante, el reality televisivo en el que el nuevo presidente elegía a emprendedores. «Una catástrofe». De esta manera define Lasch el peinado del empresario metido a político.
«Lleva el pelo larguísimo y se lo peina de adelante cara detrás», cuenta, «lo hace mismo. Y es real, es su pelo, no lleva implantes ni peluca». La estilista afirma que siempre y en todo momento quedaba hipnotizada por el trabajo que luce el empresario en su cabeza y que es muy simple finalizar que no ha pisado una peluquería en años. «Cuando le miraba la una parte de atrás de la cabeza podía asegurar que no se lo corta un peluquero. Daba temor. Está cortado en una línea recta. Y el color es inconsistente, no está bien hecho. Le han coloreado las puntas mas no han hecho bien el color por debajo. Es alguien de su circulo íntimo quien le corta y le colorea el pelo. Su mujer o bien quizá su hija».
Para sostener esas formas de montaña rusa, el presidente elegido utiliza «toneladas de laca». Es evidente. «Lleva un espray consigo y lo emplea de forma frecuente. Le sirve para sostener el pelo en el lugar. Y no podía mudar ni una mecha. Acostumbraba a sacar mi peine y mostrarle dónde debía fijarlo, entonces se lo peinaba».
«Vale, lo que hago es lavarme el pelo con H&S y no me lo seco jamás. Lo dejo secar solo, lo que tarda una hora aproximadamente. Mientras leo periódicos y cosas», declaró Donald Trump en una entrevista efectuada en dos mil once por Rolling Stone. «Después me lo peino. Sí, empleo un peine… ¿Que si me lo peino cara atrás? No, no lo hago. Lo cierto es que tengo una buena raya y eso, si lo piensas, está bien. Deseo decir, no me lo peino cara delante [el truco que utilizan muchos para tapar una naciente clava: se dejan el pelo largo de un lado y lo ponen sobre la zona sin pelo para disimular]. Lo que hago es una suerte de peinado cara delante y cara atrás. Y lo llevo haciendo años. Lo mismo, cada vez».
Desde mil novecientos ochenta, Trump luce exactamente el mismo peinado, si bien el color ha ido cambiando de cobrizo a gris a blanco a amarillo pollo. Todos se han fijado en su peinado, que ha sido motivo de burla en su país. A lo largo de la campaña electoral, se dejaba apreciar, y hasta se dejaba despeinar. Ha sido objeto de muchos artículos la enorme presencia que Trump tuvo en T.V. a lo largo de la campaña: era ameno y aumentaba la audiencia. Absolutamente nadie creyó que eso lo asistiría a ganar unas elecciones. Ni Jimmy Fallon, líder de audiencia en la franja de late night, creyó que despeinar a Trump provocaría que cayese más simpático.
Ese laberinto pilífero ha sido motivo de debates en U.S.A., donde la gaceta digital Gawker publicó que el empresario empleaba peluca y también implantes. Aun nombraron a la compañía que aparentemente le había arreglado la cabeza: Ivari International, cuyas oficinas están en la Trump Tower. Una vez publicado el artículo en la red, el letrado de Ivari desmintió la nueva y aseguró que Trump jamás ha sido su usuario. «Ivari jamás ha tratado su pelo de ninguna manera, en ningún instante».